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Zaragoza a través de los tiempos

Uno de los secretos mejor guardados de Zaragoza Fieles es un cacharrico que tenemos en nuestra oficina de redacción. A simple vista parece un tamagotchi retro, pero detrás de su inocente apariencia se esconde un verdadero prodigio: una máquina del tiempo de bolsillo. Hoy la desempolvamos para recordarnos lo importante que fue nuestra ciudad en su historia, no sólo por su emplazamiento estratégico sino también como modelo europeo de crisol de culturas.

Repasemos juntos las épocas más relevantes de la ciudad para ser testigos de la impronta que dejaron varias civilizaciones en suelo zaragozano.

Primera parada: Época íbera, nuestras raíces ancestrales

Para comprender plenamente la historia de Zaragoza, debemos remontarnos a la época íbera, que se remonta a los siglos III y II a.C. Los íberos, un pueblo indígena de la península ibérica, establecieron un asentamiento denominado Salduie. Así que con tan sólo toquitear un par de botones nos presentamos allí mismo para sumergirnos en las raíces ancestrales de la ciudad y conocer cómo vivían y se organizaban sus habitantes.

Nada más llegar nos sorprende una impresionante muralla, símbolo de la importancia estratégica de la ciudad en la región. Observamos las viviendas típicas de los íberos, construidas con barro y madera, agrupadas alrededor de calles estrechas y sinuosas. Nos escondemos detrás de unas tinajas de barro enormes para que no nos vean, pues seguramente alucinarían si nos viesen en vaqueros y con una camiseta de Pikachu.

Paseando por las callejuelas

Existe cierto ajetreo en las callejuelas. Divisamos varios talleres, de cerámica, de metalurgia y otro de objetos que parecen fabricados en hueso y cuero. La gente habla en un idioma irreconocible, pero con una musicalidad indescriptible. Ojalá estuvierais aquí para presenciarlo. A lo lejos vemos lo que parece un templo en el que una mujer vestida con unas telas en colores azul cobalto y rojo coral parece estar rindiendo culto a una diosa entronada. Aunque nos quedaríamos todo el día observando una época de la que sabemos poco debido a la escasez de vestigios arquitectónicos, tenemos que continuar la marcha y dar un salto en el tiempo.

Segunda parada: la Caesaraugusta romana, ¿a quién no le va a gustar?

Nada más parpadear en la época romana, ya sentimos el esplendor que vive la urbe. Por suerte, podemos poner en práctica el latín que aprendimos en bachillerato y entendemos algunas cosas escritas y habladas. Ya nos da igual que nos miren raro. La gente de esta Zaragoza, es igual de maja que la de ahora. El cariñico nos viene de mucho tiempo atrás. Es el I a.C., la ciudad ha alcanzado su esplendor bajo el gobierno del emperador César Augusto. Las calles están llenas de actividad comercial y cultural. Caminamos entre majestuosos edificios públicos, como el teatro, donde se está representando una obra que mantiene al público al borde de los asientos de piedra.

Nos dirigimos al antiguo foro, centro de la vida política y social de la ciudad. Esto sí que está repleto de gente y no el paseo de la Independencia con las compras de Navidad. El sonido de las monedas romanas al pagar todo tipo de productos llena el ambiente.  También nos quedamos maravillados con la ingeniería del acueducto, que proporcionaba agua a la ciudad desde fuentes distantes. ¡Qué bonita era ya Zaragoza!

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Tercera parada: taifas y arte mudéjar

En el siguiente salto en el tiempo, llegamos al siglo XI: la península ibérica está dividida en pequeños reinos musulmanes conocidos como taifas. En esta época, Saraqusta era la capital de la taifa de Zaragoza y floreció culturalmente bajo el reinado de Al-Muqtadir.

El arte mudéjar, que todavía puede apreciarse hoy en la ciudad, está extendido por todas partes. Es una mezcla única de influencias islámicas y cristianas. Resume muy bien la convivencia de culturas en este momento de la historia. Nos vamos de cabeza al palacio fortificado de la Aljafería. No os podéis hacer a la idea de lo distinta que está. Es imponente y rodeada de jardines y lo que parecen huertas. Visitamos su mezquita y nos impresiona la tolerancia que se respira en la ciudad.

Cuarta parada: esplendor gótico

Avanzamos unos siglos hacia delante hasta el siglo XV, un período de esplendor gótico en Zaragoza. En esta época, la ciudad se convirtió en uno de los principales centros comerciales del Mediterráneo gracias a su ubicación estratégica. Recorremos las calles adoquinadas y admiramos los magníficos edificios góticos que adornan la ciudad.

Visitamos la Seo, que está preciosa, y El Pilar, que no tiene nada que ver con el templo que conocemos hoy en día. Es una iglesia gótico-mudéjar preciosa. Si pudiéramos enseñarles a los habitantes de esta Çaragoça en lo que se ha convertido hoy la ciudad… No sentimos tentados de enseñarles fotos con el móvil, pero seguramente nos arrestarían por brujería.

Un acontecimiento único

De repente observamos cierto revuelo en la calle. Preguntamos qué sucede y ante nosotros vemos a Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, que se dirigen a rezarle a la virgen. Es emocionante verlos en persona, aunque también hay que decir que no son para nada agraciados. Una señora muy maja nos dice que traen a la pequeña Catalina de Aragón con ellos y que será la última vez que estará en la ciudad antes de su partida a Inglaterra. Ojalá pudiéramos advertir a la niña de lo que le espera con el petardo de Enrique VIII, pero jamás incumpliríamos la regla más importante de los viajes en el tiempo: no hay que cambiar el pasado.

Quinta parada: la Zaragoza de Goya

Introducimos en nuestro dispositivo el siglo XIX para tener la oportunidad de conocer la Zaragoza que inspiró al famoso pintor Francisco de Goya. La ciudad desempeñó un papel importante en su vida y obra. Pasear por esta versión de la ciudad es como estar metido en uno de sus cuadros. Los colores, las vestimentas, las costumbres… Todo desprende cierto encanto, a pesar de los estragos causados por los Sitios. El espíritu de la gente permanece intacto.

Regreso a nuestra Zaragoza del siglo XXI

Con la sensación de ser verdaderamente afortunados por poder viajar en el tiempo, volvemos a nuestra Zaragoza de hoy. Con la mirada renovada nos damos cuenta de lo vibrante y moderna que se ha vuelto la ciudad sin dejar de hacer honor a su pasado, que no debemos olvidar. Zaragoza mira al futuro, pero tiene mucho que contar: su patrimonio cultural, su gastronomía única y su calidez humana se han forjado a lo largo de los años con el fuego de momentos esplendorosos y las llamas de terribles guerras. Hoy, en este momento, cada uno de nosotros estamos contribuyendo a crear su historia y, de momento, no revelemos cómo será Zaragoza en el futuro. Eso nos lo reservamos para futuros artículos, pero os aseguramos que es una verdadera pasada.

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